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El discurso simbólico

La representación del cosmos como un mar sin fronteras reales donde (en términos cuánticos) no existen objetos aislados, ni eventos independientes, sino solo ondas que se superponen infinitamente…, se alinea con el paradigma de la astrología, especialmente cuando considera, a través de su discurso simbólico, tanto un aspecto físico sujeto a las leyes macroscópicas de la causalidad como un aspecto psíquico, operando desde nuestro imaginario cuyas capacidades no están limitadas al funcionamiento de nuestros órganos sensoriales.

Pero, para la astrología, ‘venir al mundo’ también significa poner en marcha un tablero interior, hecho de figuras simbólicas provenientes de un fondo universal y que nos susurran nuestros diversos roles… De ahí la idea de un ‘trasfondo’ de naturaleza psíquica que se asemeja al imaginario.

Frente a la desconfianza moderna hacia este imaginario, la astrología reivindica la realidad viviente de los arquetipos. Esto introduce un tercer término, en la bisagra de nuestras actividades neurológicas y de la realidad tangible del mundo. Estamos realmente, en un ‘entre-dos’. Este es el lugar a través del cual se expresa un campo sutil que, al igual que los procesos cuánticos, articula lo que es potencial (la onda) y lo que se actualiza (la partícula). Esto significa que si – objetivamente – cada una de nuestras experiencias atestigua una actividad fisiológica (y neuronal), también es la ocasión de una emergencia.

Esta surge de un mundo suprasensible que no es la realidad reconocida por los instrumentos físicos, sino un intermedio entre lo sensible y lo inteligible. Consideremos que la toma en cuenta de este imaginario requiere una mutación en el corazón mismo de las ciencias. Se trata de superar los límites del fisicalismo según el cual el paradigma clásico de la física es el único lenguaje adecuado para todas las ciencias (incluidas las ciencias humanas).

Cfr. Quand l’astrologie se dévoile, Fédération Des Astrologues Francophones (FDAF), www.fdaf.org

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